Hace 3 años, Don Pedro Krapp fue declarado personalidad destacada de la cultura
Se le entrego una placa recordatoria destacando su participación y gran aporte a la cultura local a través de la música. El reconocimiento se hizo público el día domingo 10 de abril de 2016 en el marco de la fiesta de pascuas en el salón de la Unión de Alemanes donde representantes del municipio, le rindieron un homenaje a Don Pedro Krapp. Con la entrega de una placa recordatoria y a través de la Resolución Nº 2/2016, se declaró como personalidad destacada y un gran referente de la cultura local.
Don Pedro nació el 06 de junio de 1929 y desde los 12 años que toca el acordeón, forma parte de la Agrupación Marienthal y es un referente de la música de sus antepasados.
¿Cómo arranca con la música?
Mi comienzo fue medio tragicómico, mi hermano tenía una acordeón verdulera y cuando él iba al campo yo le “robaba” el acordeón y practicaba, eso es lo cómico y lo trágico fue cuando mi mamá me saco de la oreja y me dijo “eso no es para vos”, así que cuando mi mamá se iba yo aprovechaba a tocar el acordeón y un día mi hermano se puso a tocar el acordeón y yo me arrimo con la silla y me dice “¿queres tocar?” y empecé a tocar y él se sorprendió y dijo “mirá!!!” y bueno ahí ya tuve el visto bueno, agarre el acordeón verdulera hasta los 19 años después compré acordeón a piano, en 1950 hice el servicio militar, después cuando volví, con papá tocábamos en una banda musical donde el conseguía las notas y a fines de 1951 creo, toque en el primer casamiento en la aldea, en el casamiento del papa de Hugo Wendler y vine a caballo desde Puigari con el acordeón debajo del brazo, como a las 3 dejé y viene José Wendler y me dice “¿cuánto te debo?” y le dije “no sé qué cobrarle” y me dio 30 pesos, para mí era tocar el cielo con la mano.
¿Qué diferencia hay entre “la verdulera” y acordeón a piano?
La verdulera es diatónica, son solos dos tonos, para tocar con notas es mejor el acordeón a piano.
¿Usted estudió música?
Los temas viejos, las polcas rusas las toco de oído, los pasodobles, tangos, valses y foxtrots por notas, en la década del 50 arme un dúo con Luis Demetrio Kranevitter, él con la verdulera y yo con acordeón a piano, ahí nos llamaban el dúo “Los Voluntarios” porque no conocíamos riqueza ni pobreza, donde nos convocaban estamos.
¿Que fue la vida de su hermano, el dueño del acordeón con la que usted se inició, siguió tocando?
Éramos 7 hermanos varones y 6 mujeres, de los 7 varones, 5 éramos músicos, de todos el que salía a tocar afuera era yo, entré en la década del 50 y ya había cambiado todo, los hermanos mayores no podían salir a tocar, había muchas cuestiones de religiones.
¿Se renuevan los acordeonistas de música alemana?
Si, ahora recién se está comenzando otra vez, el músico de Maravillas Alemanas, Armando Popp era mi alumno, con el tocamos en un casamiento en Sauce Pinto, ahí tengo una linda anécdota de la polca “La Paisana”, ahí se casó una prima del folclorista Chato Sosa de apellido Amarilla con un muchacho Regner, ahí un trio de Paraná (dos guitarras y un bandoneón) tocaron pasodobles y foxtrots y después nosotros, en esa época la polca rusa estaba media escondida, entramos con pasodobles también, y se acercó el Chato Sosa dice “toquen polca rural” y don Regner que estaba sentado al lado mío me pregunta que me pidió y me dijo “tocale polca rusa que ni cuenta se va a dar”, en aquel entonces había mujeres que lavaron corpiños con almidón para que queden firme y con el tango siempre estaban bien elegantes, al bailar la polca rusa, don Regner me dice “mira Krapp, la polca rusa parece que aflojo el almidón”.
¿Siempre se tocan los mismos temas o se renuevan los temas de su repertorio?
En mis tiempos se tocaba mucho el pasodoble, el corrido, la ranchera, eso estaba de moda y cuando vino “El Centenario” en el año 78, ahí vinieron los Wendler ahí cambió la música, el tango, el pasodoble, la ranchera, quedó atrás, sólo quedó la polca y el valseado.
¿Cuantos acordeones tiene?
Ahora tengo 3, toco siempre con el acordeón a piano, la verdulera también se puede tocar pero para las notas no sirve.
¿Tiene otra anécdota?
Hace más de 50 años toque en un casamiento en San Rafael y había un cura recién llegado de Alemania, hicieron la ceremonia, lo invitaron a almorzar, después me fui a la pista y vino él y se sentó al lado mío, de sotana y esa vez era medio pecaminoso tocar música al lado de un cura, era el padre Lenz, yo no sabía cómo empezar y me dice en alemán “Músico, métale nomás” y ahí arranque, “ni Cristo me podía parar” (risas).
¿Usted estudiaba mientras trabaja?
La pasión era tan grande que cuando estudiaba el pasodoble, tuve que trabajar, tenía que arar, entonces até la rienda en la palanca, los caballos arrancaban solos que con una mano llevaba el arreador y con la otra tenía la partitura musical del pentagrama e iba silbando el pasodoble mientras iba arando, más o menos iba sacando las notas silbando y cuando volvía a casa agarraban el acordeón y ya era una ventaja al tocar.
En su casa no lo dejaban salir a tocar afuera
No, era muy pecaminoso, bueno pero después de todo mal no me hizo (risas).
¿Cómo fue esa anécdota que si se iba a tocar afuera que se lleve “las pilchas”?
No querían que yo saliera, me dijeron que si salía que agarre las pilchas y me vaya, entonces dije yo “si esta noche me voy al casamiento, mañana estoy acá, si me voy con las pilchas no vengo más”, ahí recapacitaron.
Existía el mito que el músico que salía a tocar tomaba el mal camino.
Mis padres tenían ese miedo que el músico se iba de parranda y agarraba el mal rumbo.
Volvía de tocar y a trabajar
Si volvía a las 3 de la mañana, tomaba unos mates y nos íbamos a trabajar al tambo, a veces llevaba a mi señora o con un compañero cuando salíamos a tocar, y así, mal no me hizo, fueron tiempos lindos.
Fui en sulky hasta Camps, que está lejos, como 7 leguas, y volvimos a la madrugada y a trabajar en el tambo y otra cosa, teníamos maquinas incubadoras también, había que atenderlas porque había muchos pollitos.
¿En su casa en qué lugar se sienta a tocar?
Yo toco en mi casa y me escuchaban hasta a mil quinientos metros, tenía un vecino que vivían a 200 metros y me decían que bailaban de noche con la música que yo tocaba desde mi casa.