Más de 250.000 personas participaron del Vía Crucis del padre Ignacio

Anoche, los fieles las zigzagueantes calles de barrio Rucci, en Rosario. Antes del cierre el sacerdote hizo un llamado a recuperar los valores de la familia para vivir en paz.

El padre Ignacio Peries llamó anoche a «recuperar los valores morales de la sociedad» y que los rosarinos puedan volver a vivir «con seguridad y paz».

El llamamiento llegó al cierre de otro multitudinario Vía Crucis que colmó las zigzagueantes calles de barrio Rucci y que las autoridades estimaron en unos 250 mil asistentes.

«Es necesario que recuperemos los valores de la familia», indicó el carismático sacerdote y puntualizó que «hoy no existe más la integración de padres e hijos».

«Tenemos que recuperar esos valores» insistió, que a su entender son clave para lograr la «contención social y la paz y tranquilidad que necesitamos para vivir en sociedad».

Con tono reflexivo, admitió que «hemos perdido el modelo de vida en familia», por lo que instó a recuperarlo. El padre Ignacio también oró por los damnificados por las últimas inundaciones, que están castigando con fuerza el norte de la provincia de Buenos Aires.

En barrio Rucci, en la ciudad de Rosario, se volvió a plasmar anoche una auténtica postal de fe. Masiva. Conmovedora. Un amplio mensaje de amor, perdón y misericordia que recorrió cada una de sus calles. Fue estridente entre tanto silencio. Esperanzador entre tanta angustia. Luminoso en medio de la noche.

«Recuperemos la familia», solicitó Ignacio en el escenario principal, ubicado en avenida de los Granaderos y Palestina, donde se focalizó, alrededor de las 12, el cierre del trayecto del tradicional Vía Crucis.

Una vez más, la gente pobló cada rincón de barrio Rucci. Cada uno con su causa personal. Muchos repletos de preocupaciones por una realidad económica y social que produce aflicción. Otros acercaban sus pedidos a Dios, la mayoría relacionadas con situaciones laborales y de salud, propias o de familiares, con el corazón y un rosario en la mano, y con inocultables lágrimas de tensión. Y también una buena cantidad arrimó su agradecimiento por deseos cumplidos.

El carismático sacerdote hizo eje en rogar por «salud, paz, trabajo y amor». Pidió una oración por los enfermos y bregó porque «Dios ilumine a algún médico para que encuentre la respuesta al cáncer».

Ante tanta necesidad, tanta ansiedad y angustia, Ignacio siempre invitó a «recalar en la palabra Dios» para poder encontrar «un nuevo rumbo» para afrontar con suficiencia y apoyo espiritual este tiempo de complicaciones, dificultades, y muchas piedras en el camino. «Después del dolor y las lágrimas, la gente busca paz, y eso sólo se encuentra en Dios», destacó el sacerdote.

Como siempre, el abanico de edades de las personas que se acercaron a barrio Rucci fue sumamente amplio. Como en los últimos años, la gran cantidad de jóvenes fue otro aspecto destacado del Vía Crucis. La convulsionada realidad social que atraviesa el país, revela el grado de severos conflictos que envuelven a este grupo. Muchas familias con problemas de violencia, de drogas, pudieron dar unos pasos en búsqueda de un páramo de esperanza, a través de la sabiduría de la fe.

En este marco, se refirió a «la distancia y las divisiones» que generan las nuevas tecnologías a nivel familiar. Invitó a jóvenes y adultos a reflexionar sobre la pérdida de ese espíritu de integración familiar que distinguió las casas argentinas, hace ya bastante tiempo.

En algunas estaciones, Ignacio también hizo especial hincapié en la repetición de las palabras «muerte» y «violencia», esas que aparecen recurrentemente en los medios de comunicación y propuso pensar cada jornada, cada pensamiento, desde el concepto «vida», mucho más propositivo, más ambicioso y descontaminado, y más reconciliador.