Un ciclista que recorre el mundo desde hace 16 años llegó a Paraná
Pablo García inició su periplo en 2001 y lo finalizará el 21 de octubre en el Obelisco. Transitó 264.000 kilómetros y pedaleó por 105 países.
Con el sol de la siesta arribó ayer a Paraná Pablo García, un ciclista de 43 años oriundo de Buenos Aires que desde hace 16 años recorre el mundo a puro pedal.
Con las alforjas cargadas con lo indispensable, sobre todo sueños, y una multiplicidad de banderas flameando a sus espaldas, emprende cada día la marcha que lo va acercando a su casa, de la que se fue en 2001 para vivir una extraordinaria experiencia. La planeó ya en 1999, cuando vivía en Brasil, donde trabajaba como guía de turismo en su propia agencia de viajes. Le iba bien laboralmente, pero necesitaba cumplir el gran sueño que le dictaba su corazón: «Me di cuenta de que quería hacer un cambio en mi vida, cumplir un sueño, aventurarme, conocer el mundo, relacionarme con culturas de otros lugares, aprender de sus habitantes. Me puse a prueba y me vine pedaleando desde Maceió a Buenos Aires», contó a UNO.
Logró transitar en bicicleta los más de 4.500 kilómetros que separan ambas ciudades y fue delineando el viaje que quería hacer: «En el 2001, antes del ‘corralito’, me fui para África, y desde entonces recorrí los cinco continentes. Llevo transitados 264.000 kilómetros, visité 105 países, y ahora estoy en el último trayecto, que es Sudamérica, a donde llegué en un vuelo con el que conecté Nueva Zelanda con Alaska y en junio de 2012 empecé a bajar desde allí», dijo, y agregó: «Entré a Argentina hace ocho meses y vengo recorriendo todas las provincias. Llegué hasta Ushuaia y ahora estoy subiendo hasta Misiones. De ahí doy la vuelta y termino el viaje en el Obelisco el 21 de octubre. Me quedan aún 3.000 kilómetros antes de llegar».
En un itinerario tan extenso vivió montones de experiencias. La más intensa y que más lo impresionó, según manifestó, fue presenciar en el Tíbet un entierro celestial. Al respecto, relató: «Debido a que no hay madera para quemar a los muertos y tampoco se los puede enterrar porque es todo piedra, hay una antigua tradición funeraria del budismo tibetano a partir de la cual se hace un entierro celestial: toman el cuerpo de quien falleció, se lo llevan al maestro de la ceremonia, que se realiza en un valle, y esta persona comienza a tajearlo con un cuchillo para ofrecérselo luego a los buitres. Esto, en un acto de generosidad, facilita que las aves puedan arrancar los pedazos de carne para deshacerse del cuerpo que, según se cree en el budismo, ya cumplió su función, que ha sido la transportar a la persona por esta vida».
Otras anécdotas que recordó fue la de perderse en uno de los sitios más calientes del planeta, como el desierto de Danakil, en Djibouti, África; o ser atacado a punta de machetes en Kenia, o casi perder la vida al irrumpir en una manifestación iraní ovacionando a Diego Maradona. De todas estas situaciones resultó ileso y hoy lo celebra.
Pablo logró en 2013 plasmar en un documental su peregrinaje, y lo denominó «Pedaleando el Globo», y en su fanpage Pedaleando el Globo por Pablo García también va narrando sus vivencias. Con entusiasmo, confió que se siente emocionado de poder volver al país, después de estar tanto tiempo afuera, y reflexionó: «Salí con muchos miedos. Uno siempre tiene temor porque no sabe cómo va a vivir, qué hacer si te enfermás en el camino, a la soledad. Era una pila de dudas y de a poco me fui trazando objetivos más pequeños, de país en país».
«Cuando salí pensé que estaba loco, que mi meta era inalcanzable. Hoy en día comparto con la gente lo que me ha sucedido porque más allá de los kilómetros y de los años que llevo viajando, esto es la muestra de que se puede, de que no hay imposibles. Uno puede llegar tan lejos como quiera. Así que ahora terminando, muy contento de cerrar esta vuelta al mundo», concluyó.
Fuente: UNO