Grave denuncia contra un intendente entrerriano: estupro, violencia y aborto forzado
Jésica Folgueras tenía 14 años cuando conoció a Luis Hanemann, el actual intendente de Lucas González del Departamento Nogoyá. El 11 de abril la Justicia obligó al jefe comunal a reconocer el hijo fruto de esa relación, quien hoy ya tiene 17 años.
Luego de casi dos décadas de silencio y miedo Jésica, hoy de 35 años, habló con el periodista Maximiliano Medrano en FM Libertad de Nogoyá, y relató que sufrió violencia física y simbólica; golpes, encierros y que en una oportunidad cuando tuvieron un accidente automovilístico la dejó “tirada en la ruta”.
“En pueblo chico, todos conocen del maltrato que había hacia mí. En pueblo chico todo se sabe. Siempre fue una persona muy agresiva”, detalló.
“Él, al ser mayor, era como que tenía poder sobre mí. Me manipulaba, y entonces más que respeto, le tenía miedo. Era como intocable. Pero ahora, viéndolo de lejos, me doy cuenta de las situaciones graves que yo viví con él”, indicó Jésica.
Según su relato, la relación duró entre los 14 y 19 años. “Cuando quedé embarazada de mi hijo, él ya no quiso saber más nada. Incluso, me dijo que no era hijo de él”, agregó.
Pasaron 15 años para que finalmente llegara la disposición por la paternidad que fue adoptada el 11 de abril último por la jueza María Andrea Cantaberta, titular del Juzgado de Familia y Penal de Niños y Adolescentes de Nogoyá.
Según publicó el sitio Entre Ríos Ahora, el intendente de Lucas González venía demorando la resolución de la causa, e incluso se negó a hacerse el test de ADN. De igual modo, la Justicia dictó sentencia basada en una serie de presunciones legales.
Romper el silencio
Después de casi 20 años y con una resolución judicial que la respalda se animó a hablar. “Es un tema bastante duro para mi, uno tiene que remover toda clases recuerdos y situaciones dolorosas; ahora estoy madura y fuerte para afrontarlo, quiero contar la verdad, y no es por política, nadie me pagó por hablar”.
“Es momento de hablar, me cansé, pasan cosas que se tapan, y así como yo, ojalá salten otras mujeres, estoy contenta por el apoyo de gente de mi pueblo, de Nogoyá donde vivo. Ya conté la verdad y no voy a bajar los brazos”, afirma.
Todo empezó con una violación. “A mi no me dejaban salir a ningún lado, entonces una amiga me invitó a una reunión política, me dieron permiso y ahí lo conocí. Ese día estaba lloviendo, yo había ido con dos amigas, yo tenía permiso hasta las 11 y; 11 y 10 a más tardar. Era un 12 de agosto, creo que festejaban su cumpleaños, él tenía 34 años. Al salir, me voy con mi compañera y otra chica y él se ofrece para llevarnos. Antes de llegar al barrio, nos deja una cuadra antes porque se iba a empantanar; cuando me quiero bajar me dice que no me baje porque quería hablar conmigo. Ya al subir me había pedido que fuera adelante y yo me negué y me subí atrás, pero él insistía.Ahí se da vuelta estira la mano y me toca la pierna, ahí me entró miedo, yo tenia 14 años y él era una persona mayor”.
El relato de la mujer, que hoy tiene 35 años, es claro al describir que Hanemann, no sólo pasó por alto el “detalle” de la minoría de edad, sino que además la retuvo contra su voluntad dentro del vehículo.
“Cuando llegamos mis amigas se bajan, él no me deja bajar, me cierra las puertas y las traba. Me dice ‘vos sos muy linda y esto que aquello´ y yo me asusto y me largo a llorar. Él me dice que no me asuste, que solamente quería contarme lo que él sentía por mi, y después se tira encima mio, obligándome, porque yo no quería. Me quería desnudar y yo me resistía: ‘Pero si vos llegaste hasta acá’, me decía y yo lloraba, el insistía, al punto de que ‘pasó lo que tenía que pasar’”.
“Le dije que por favor me llevara a mi casa, porque me iban a pegar, él no quería, hasta que me lleva. Al otro día yo estaba mal, no sabía si contarle a mis padres lo que me había pasado. Tenía miedo de lo que me dijeran, de que me pegaran. Desde ahí yo pase un mes y algo encerrada porque él me perseguía. A veces lo veía en el barrio llevando mercadería para repartir, y siempre estaba ahí merodeando”.
Golpes y un aborto forzado
Al tiempo, en otra reunión la volvió a invitar a salir y esta vez accedió. Después empezó una relación con él, que se volvió muy enfermiza. “Cuando me levantó la mano por primera vez, fue una vez que estaba muy ebrio, y me pegó porque había una persona que -supuestamente- me miraba, él me dijo que yo lo estaba provocando y ahí empezaron los golpes”.
El relato de Folgueras sigue: “A los 15 años quedo embarazada de él, pero él me hizo hacer un aborto, me engañó. Viene me da una pastilla y me dice ‘esto te va a hacer sentir bien, es para fortalecer el bebé’, yo ya estaba de 3 meses. Yo confiaba en él y tome la pastilla y después me dice que tenía que hacerme un aborto porque la criatura ya estaba muerta, yo me negué. Volví a mi casa, a la tardecita, sangrando y el me vuelve a decir que tenía que ir y hacerlo porque me iba a morir de una infección, que el bebé ya estaba muerto. En María Grande me hicieron el aborto”.
“Vuelvo a mi casa y estaba muy amargada, y le cuento a mi familia lo que me había pasado, mi mamá me da una paliza. Revivir esto es un calvario, hoy. Cuatro meses estuve viviendo con él, me golpeaba, me violentaba, me encerraba y a veces venían los hijos y yo los cuidaba. Me tiraba de los pelos, me pegaba con cualquier cosa, todas clases de horrores, hasta que quedo embarazada nuevamente y él vuelve a insistir para que aborte o que se lo entregue, porque él decía que le iba a dar una mejor vida que yo; que yo no le iba a poder dar nada y yo no quise ninguna de las dos cosas, entonces él me dijo: ‘Si seguís, olvidate de mi’ y eso hice, seguí luchando sola, sin pedirle nada, ni un pedazo de pan”.
La mujer relató que con el tiempo se dio cuenta de los abusos: “Después me di cuenta de las atrocidades que viví. Después el se acerca a verlo a Joaquín y siempre me buscaba. Una vez me amenazó con arma, yo hice la denuncia. Yo le dejaba ver al hijo, nunca me interpuse. Yo pensé que había cambiado, me dijo que me iba a ayudar, luego empieza un trámite por filiación y ahí me amenaza con el arma, para que desista del juicio. Yo voy y hago la denuncia, pero no me creyeron, me dijeron que no tenía pruebas y la archivaron”.
Pueblo chico
“En su momento, cuando yo necesité, nadie quería salir de testigo porque todos trabajaban en la municipalidad. Es un pueblo chico, todos se conocen y nadie quería arriesgar su trabajo. En Lucas, si no trabajás en el municipio no tenes otro ingreso. Por eso me costó mucho salir a enfrentar esto sola, y siempre va a ser mi palabra contra la de él”.
Fuentes: Fm Libertad – UNO – EntreMedios – EntreRios Ahora