Jóvenes destinan tiempo de vacaciones a misionar y llevar esperanza a otros
Grupos de distintas parroquias ya están en otras ciudades para compartir un mensaje alentador. Otros saldrán después de Año Nuevo.
Varios grupos de jóvenes de la provincia están misionando hasta el domingo en otras localidades de Entre Ríos y Santa Fe. Algunos partieron el martes a la tardecita, y otros un día después, con la intención de compartir con la gente que visitan un mensaje de fe y esperanza.
Algunos estudian, otros trabajan, y destinan tiempo de sus vacaciones con esta actividad. Los primeros en salir fueron los chicos de la parroquia Nuestra Señora de la Merced, de Cerrito, rumbo a Puerto Curtiembre; y también de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad de Paraná, quienes llegaron a la zona de Quebracho, en Santa Elena. También están participando en esta cruzada el grupo Tikva, de Crespo, que se fue a Helvecia, Santa Fe; el de la parroquia Santa Ana, de Paraná, que se encuentra en Sauce Pinto; y los grupos San Pablo, de Villaguay, quienes visitan en Laguna Larga, y el de Nuestra Señora de Luján, que está actualmente en Aranguren. «Además se anunciaron las misiones del grupo San José Obrero en El Palenque; y los grupos San Juan Pablo II, Nuestra Señora de Guadalupe y Schönstatt en Crucecita Séptima; y otros de Hernandarias en Pueblo Brugo y de Feliciano en Distrito Chañar», informaron desde el Arzobispado.
Pablo Giménez es de Crespo y acompaña al conjunto de 11 adolescentes de entre 16 y 19 años de la iglesia San José de su ciudad que llegó a Helvecia hace unos días, junto a un sacerdote oriundo de Filipinas que lleva un tiempo con ellos y compartió algunas misas. «El fuerte del grupo es el trabajo con los niños, sobre todo los más pequeños. La verdad es que es una muy linda experiencia. Hubo un día que los misioneros terminaron tan emocionados que lloraron, y eso es muy positivo», contó a UNO.
Ya visitaron diferentes barrios, charlando con las personas que en algunos casos atraviesan situaciones difíciles. «Invitamos a los chicos a una actividad con juegos, en la que compartimos una merienda y más tarde el sacerdote filipino celebró la eucaristía», señaló y comentó que tratan de ir a los domicilios de gente mayor, que no se puede mover.
Anoche colaboraron en una misa para los enfermos y hoy llegarán hasta otra zona para llevar aliento a otros y compartir palabras esperanzadoras. «Nos sentimos gratificados. Hay distintas realidades y las chicas del grupo tienen una dedicación impresionante hacia los niños y se divierten. El compartir y ver cómo nos reciben y nos abren la puerta de sus casas es algo hermoso. Nos llevamos más de lo que traemos», aseguró Pablo.

Por su parte, Luis María Acosta, de Cerrito, brindó su testimonio estando en Curtiembre y señaló: «Somos entre 23 y 25, porque por ahí hay chicos que trabajan y vienen algunos días». A su vez, comentó que el martes, en plena jornada de Navidad, arribaron a este destino: «Es una experiencia muy linda. Nos acompaña el padre José, de nuestra parroquia, y es una oportunidad de llegar a la comunidad, la gente nos ha recibido bien y estaremos hasta el domingo».
Sobre el territorio que visitan, indicó: «Curtiembre es una zona costera donde hay gente que vive en forma permanente y además hay casas de fin de semana. Es una junta de Gobierno con su comisaría, su centro de salud, la capilla, la escuela Secundaria común y para adultos también». Asimismo, explicó: «Visitamos un lugar que fue un puerto con mucha funcionalidad y ya no lo es, hoy muchos pobladores viven de la pesca, los planes sociales y hay numerosos pensionados. El lema de la misión es ‘Ha nacido el hijo de María, que nos trae esperanza y vida’, y es lo que procuramos hacer».
A su vez, destacó: «Aprendemos mucho de la gente. La misión no solo tiene el fin de llevar la palabra de Dios y acercar a las personas a la iglesia, sino también poder escucharlas, que habitualmente es lo que necesitan. Este es el motor de quienes nos sentimos llamados a misionar y en esta iniciativa hay muchos adolescentes, que son la esperanza de que esto siga. Son ellos los encargados de mantener este espíritu misionero».
Alexis Bravo pertenece a la parroquia San José Obrero, de la capital entrerriana, y se está preparando para salir con su grupo el segundo día del 2019 rumbo a El Palenque, donde se quedarán varias jornadas: «Festejamos el Año Nuevo y nos vamos. Algunos grupos ya están misionando, otros, como nosotros, salen el 2 o el 3 de enero, y hay quienes se van el 7 o el 14. En total son 12 grupos que salen, integrados por entre 10 y 30 personas, motivadas por el amor a trasmitir a los demás el mensaje de Jesús».
En su caso, hace siete años que se suma a esta propuesta, aunque ya desde chico estuvo vinculado junto a su familia a esta vocación de servicio: «Es una experiencia muy linda y fortalecedora, ya que implica salir del lugar cómodo en el que uno por lo general está y llevarle un mensaje a gente que vive otras realidades», refirió.
También aseguró que es muy gratificante ver la reacción de las personas cuando llegan a sus casas y sostuvo: «Muchos se ponen super contentos de que los visitemos y los que más lo disfrutan son los niños, a los que les gusta que vayamos a jugar con ellos, les llevemos regalos y compartir de una forma distinta una tarde».
El joven mencionó que aún con el intenso calor salen a recorrer los lugares a los que fueron destinados con muchas ganas y alegría. Acerca de los lugares a los que llegan, contó que los determinan los sacerdotes de las distintas regiones, en base a las necesidades de perciben y considerando cuáles son propicios para realizar una misión, que dura entre cinco y 10 días.
Por lo general, quienes forman parte de los grupos que la emprenden duermen en escuelas y preparan su comida con alimentos que les donan las diversas comunidades o compran ellos mismos.
Para llevar adelante esta labor, comienzan a prepararse usualmente desde marzo con reuniones periódicas, para formarse y poder trasmitir el mensaje que buscan. «Hay encuentros y reuniones en las que elegimos en conjunto con los sacerdotes los temas que abordaremos, porque cada parroquia y cada grupo tiene un enfoque distinto. También preparamos de antemano la mayoría de las actividades que se realizan en una misión, lo que no quita que en el momento haya improvisaciones, porque nunca sale todo el 100% como se planeó», contó por último.