La diamantina Carolina Unrein actuará en la película «Yo adolescente»

La autora del libro «Pendeja. Diario de una adolescente trans», tendrá un papel en el film de Lucas Santana. En octubre último su obra fue declarada de Interés Cultural y Educativo por el Consejo Deliberante de Diamante, pero afirma que fue un reconocimiento extraño. «Ninguno de los que lo votaron, ni quien impulsó el proyecto, había leído el libro», sin embargo se mostró agradecida con la iniciativa.

Radicada en Buenos Aires para cumplir su vocación de convertirse en actriz, Unrein repasó sus años en Diamante adonde llegó para vivir con su abuela a los 12 años, después dejar en Viale una infancia temprana, marcada por la intolerancia, el desprecio y la ignominia.

Bullying, humillación, soledad y marginalización marcaron su niñez, pero también fortalecieron su determinación y espíritu para iniciar su transición de Agustín a Carolina, de expansión personal y crecimiento profesional.

«No es ningún secreto que las personas trans no solemos tener las mejores infancias y/o adolescencias», cuenta en su libro.
Pero lo que sí tuvo fue el amor de sus padres, que la apoyaron y acompañaron en el proceso de construcción de su identidad. Y sobre todo con la comprensión de Carolina, una amiga de su abuela, la persona quien le contó por primera vez lo que sentía.

Más tarde sumaría a ese grupo entrañable, a sus amistades de Buenos Aires, como «Tía» Susy (como llama a Susy Shock) y Camila Sosa Villada, entre otros. A Susy la conoció en realidad en Diamante, luego de que un amigo le hiciera llegar uno de los fanzines de Carolina y la invitara a visitar esta ciudad. «Cuando vino, le pidió a mi amigo que nos pusiera en contacto, le dijo que me quería conocer, y así sucedió. Yo subí a leer con ella y nuestra amistad, conexión y relación llegó hasta el día de hoy, que estamos trabajando juntas en «Cotorras (ciclo de conversaciones sudacas desde el fracaso)», en el bar y espacio cultural La Vaca Mu, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

«Pendeja» es un libro de poesías, pensamientos y su diario personal, con que logró exorcizar sus miedos lejanos, sus deseos mejores, su batalla por su derecho a ser quien es.

«Las poesías del libro tienen algunos años, y si bien las entradas del diario íntimo que la acompañan están hechas desde la perspectiva del tiempo y dan un trasfondo sobre lo que pasó detrás de esas poesías, y lo que pasó también a partir de esas poesías, me parece que sigue siendo una mirada adolescente. Yo venía publicando de manera independiente y artesanal a través de fanzines que se llamaban «Pendeja», escritos y pensamientos de una adolescente trans de 16 años, de 17 años, de 18 años, y así. La diferencia entre esos fanzines y el libro es que Pendeja, diario de una adolescente trans es una elevación. Contiene algunas de esas poesías, pero tiene el diario que acompaña al poemario original», le dijo a El grito del Sur.

«Cuando cumplí 12 años, por empezar mi primer año del secundario, nos mudamos a la casa de mi abuela en Diamante. Antes vivíamos en un pueblo todavía más chico, de 10.000 habitantes (Viale). Mi abuela tenía una amiga súper dulce, amorosa y presente. Yo creo que a las personas trans nos atraviesa algo que es que cuando por ahí no están nuestros padres abrazándonos, son nuestros abuelos quienes nos apañan o acompañan. Yo no tuve esa suerte con mis abuelas, pero sí con esta amiga de mi abuela, y cuando decido ‘transicionar’ y encuentro mi identidad o empiezo ese proceso de encontrarla y de construirla, una de las primeras personas a las que sentí que podía contarle era a Carolina. Un día fui a su casa y le conté cómo me sentía. Ella me dijo que estaba todo bien, que ella me iba a aceptar como era y me iba a llamar como yo quisiera, y le conté que a mi abuela no le estaba gustando la situación y que estábamos evaluando la posibilidad de irnos de la casa por lo poco cómoda que yo estaba y porque no aprobaba que mis padres me estuvieran cumpliendo este capricho, según ella. Y Carolina se ofreció a hablarle a mi abuela y fue la que la convenció de que se callara la boca, de que estaba todo bien, que no tenía nada de malo y que el Papa Francisco decía que era normal».

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«En Diamante no hay transporte público, no existen los bondis de línea, todo el mundo se conoce. Me daba mucho miedo perderme, la soledad, separarme de la familia, empezar una vida nueva, sola, con 19 años, en esta transición a la adultez. Sin embargo, pude encontrar mis manadas y mis tribus y mis familias acá con las que me siento súper a gusto. También me he sabido manejar con el privilegio del Google Maps, un privilegio de esta generación que no tuvieron quienes usaban la Guía T».
Casa Brandon y el ciclo de Cotorras en Mu fueron esos espacios seguros que halló en Buenos Aires.

Sobre su retorno a su tierra contó que hace poco, «estuve organizando una presentación en los dos colegios a los que fui en Diamante y las cancelé una semana antes porque no estaba mentalmente preparada para volver y presentar este libro con todo lo que eso implica. No quería hacerlo. Hace poco lo reconocieron de Interés Cultural y Educativo en el Consejo Deliberante de Diamante. Yo fui el día en que se votó, que fue unánime, está bueno que me lo hayan reconocido, pero nadie de los que votó había leído el libro. Ni siquiera quien presentó el proyecto. Fue una gran mentira porque de hecho la presidenta del Consejo Deliberante, que es la viceintendenta por Cambiemos, hablaba de mí como si me conociera, y es una mentira. Nunca habló conmigo, nunca fue a mi escuela, siempre me ninguneó las veces que quise hablarle, actuó como si yo no existiera. Anda a saber con qué intención política dijo lo que dijo. Por otro lado estaba el bloque del Frente para la Victoria que no podía concebir que yo, habiendo militado para el peronismo en la ciudad de Diamante, hubiera aceptado la presentación propuesta por Cambiemos al Consejo Deliberante. La gente es muy oportunista».

Fuente: El grito del Sur / Diamante Noticias