La ansiedad y el temor a perder el trabajo ya repercute en los consultorios

Profesionales de la salud mental remarcan que en Rosario, quienes más consultan en tiempos de crisis son pacientes de entre 30 y 45 años.

Las nuevas medidas económicas para frenar la escalada del dólar y las posibles consecuencias de ajuste a partir de lograr un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) empiezan a tener, además del financiero, un fuerte impacto a nivel psicológico. Por eso, las consultas terapéuticas ligadas al miedo de quedar sin trabajo crecieron un 20 por ciento, una cifra que se fue percibiendo «en los últimos dos años». Así lo sugiere la psiquiatra María de los Cielos Rodríguez, quien se anima a marcar a los grupos más vulnerables: las personas de entre 30 y 45 años.

Se trata de un fuerte impacto en la autoestima, básicamente por parte de aquellas personas con tendencia a sufrir trastornos de ansiedad, que ven que este cuadro se agudiza.

De este modo, la angustia crece como un mal síntoma que repercute en la salud mental de los rosarinos. «Creo que la pérdida de las perspectivas que genera la ansiedad es lo que más alarma; es decir, sentir que no se va a poder», añade la especialista en la temática.

Perder un puesto de trabajo, no sólo está relacionado con el salario o el poder adquisitivo. Y justamente ese es el mayor temor: la falta del empleo.

«Este tipo de situaciones complejas, como la economía del país, que se suceden en forma cíclica, generan un alto nivel de ansiedad por la incertidumbre que presentan las personas. En efecto, cómo enfrentar las cosas», suma Rodríguez. «Y encima está latente el recuerdo de circunstancias parecidas con los peores finales», añade.

La referente, miembro de la asociación civil Soltar Amarras, dice que «las consultas aumentan por motivos de ansiedad, la gente empieza a tener incomodidades y malestares que se reflejan en su diario vivir. Y, en estos casos, lamentablemente es la impotencia lo que peor nos hace».

La tensión social y política comienza a pasar facturas que pueden derivar en las consultas sanitarias. «Las personas manifiestan síntomas físicos, como insomnio, estado de ánimo ansioso e irritabilidad. Sucede que se imaginan los peores escenarios en relación a lo que está sucediendo y lo que va a venir», sostiene Rodríguez y amplía el concepto: «La ansiedad generalizada produce que se piense en esos escenarios y hace creer que no se contará con las herramientas para hacerles frente».

 

No todos son iguales

No todos resultan afectados del mismo modo. Según la psiquiatra, «los más jóvenes desconocen cómo pararse ante esta situación, en cambio la gente de mayor edad, que vivió otras crisis, puede salir más fácilmente. Cuenta con otros recursos».

En este sentido, los jóvenes son los que más consultan. Esto equivale a decir que es el grupo de personas que está entre los 30 y los 45 años. Acuden al especialista ante los vaivenes económicos con una base: el temor a perder el trabajo.

Para Rodríguez, «ante estas crisis, empiezan a generarse climas tensos en los lugares de empleo, donde la reducción de personal de pronto suele ser una luz amarilla que alarma a las personas. Y eso produce insomnio, estados depresivos y síntomas cardiovasculares, o sea diferentes patologías».

A la hora de dimensionar, la integrante del grupo Soltar Amarras se anima a señalar que «las consultas que obedecen a este motivo subieron el 20 por ciento», aunque aclara que se trata de una estimación personal. Sin embargo, lo percibe a diario en la atención a los pacientes. «Hay días en los que no damos abasto», exclama.

La demanda es recurrente: «Sentirse muy presionado en los lugares de trabajo y directamente el temor a perderlo, es lo que más preocupa». En este contexto, apunta: «La cuestión se viene observando desde hace dos años a esta parte, cuando la situación general se ha puesto muy incómoda».

¿Cuál es la fórmula para no caer en este estrés? La terapeuta responde: «Diría que el sostén emocional que uno puede tener a nivel laboral o en los niveles familiar o social, eso es muy importante».

No obstante, reflexiona: «Siempre que uno consulta a especialistas sobre estrés, el costo es más bajo en torno al efecto salud. Se trata de tener la mente más tranquila, pensar más claro. Porque, de pronto, se puede terminar con problemas cardiovasculares o digestivos».

En este sentido, agrega: «Si además de los problemas de la vida real, sumamos el tener que ir al cardiólogo y al gastroenterólogo yo diría que si uno es lo suficientemente abierto como para poder consultar un terapeuta, evitará inconvenientes que pueden venir a continuación. Sobre todo para poner las cosas en perspectiva. Insisto, la pérdida de las perspectivas que genera la ansiedad es lo que más alarma. Es decir, sentir que no se va a poder».

Cuando la preocupación es constante y excesiva

La persona que padece trastorno de ansiedad suele tener un tipo de preocupación constante y excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos y situaciones, que le produce inquietud, fatiga, falta de concentración, contracturas musculares, sueño poco reparador, irritabilidad, cansancio fácil y malestar por su desempeño, en el trabajo, y en sus relaciones.

Según describe la organización Soltar Amarras, «la persona imagina situaciones horribles mientras un familiar se retrasa o no contesta el teléfono, así como manifiesta una preocupación excesiva por un niño que no está en peligro o por una situación financiera determinada».

Para los terapeutas del grupo, «si se extingue un foco de preocupación se busca inmediatamente otro. Es normal preocuparse por algunas cosas cuando aparece una dificultad, pero las personas con extrema ansiedad están en un estado de preocupación que nunca termina. Tienden a involucrarse en conductas que refuerzan o perpetúan sus preocupaciones ansiosas».

Fuente: La Capital